Shangri-La El Elixir de la Eterna Juventud – Sánchez Dragó

Hay escritores de pelotón, que escriben según creen que sopla el viento. Y hay escritores de
maillot amarillo, siempre abriendo nuevas brechas. Dragó ha escrito siempre en cabeza, ha
literaturizado siempre una zancada por delante de la inquietud general. Pionero indiscutible
en la introducción en España del yoga, el tantra, el tao, etc, son legión los lectores que lo
ven como una especie de sherpa, de desbrozador de caminos abruptos pero apasionantes,
más cuando en lugar de transitarlos con la arrogancia del elitista que marca distancias, se
van allanando obstáculos a base de bonhomía y amenidad. Dragó pone al alcance de casi
cualquiera lo que a simple vista parecería casi imposible. Por ejemplo: ¿la eterna juventud?
No hay más que verle, que oírle (y que oír muchas cosas que de él se dicen…) para
pasmarse de la espléndida forma intelectual, física, espiritual y, vamos a decirlo todo,
erótica, que mantiene este octogenario al que cotidianamente paran en la calle para
preguntarle: ¿y se puede saber con qué diablo ha pactado usted? Cuando la ciencia más
sesuda y más puntera empieza a poner el foco en el antiaging, resulta que Fernando
Sánchez Dragó hace rato que da sopas con honda al paso del tiempo. En este libro nos
explica cómo. Nos desvela, por fin, su secreto. Con fórmulas magistrales (detalladas al
miligramo…) incluidas.
Caben pocas dudas de que es un secreto que vale la pena. Para muestra, unos cuantos
botones: un hijo que va a cumplir cuatro años (rebosantes de insultante salud, belleza e
inteligencia) dos semanas antes de que su padre cumpla ochenta –se dice pronto- y un
fragmento del libro no escrito por Dragó, sino por la Taquimeca, personaje no precisamente
ficticio (pasen y lean…) que en este libro nos abre su corazón y algo más. Que se
desguitarra y se sincera a gusto sobre lo que para ella ha implicado e implica verse
arrastrada a esa otra medida de la edad, del tiempo y hasta de la carne por la que se rige el